Entre todos los emperadores Julios de la Antigua Roma, destaca uno por su extraña e inesperada llegada al trono. Tiberio Claudio César Augusto Germánico, no sólo estaba sufría de incapacidades físicas. Su propia familia lo creía una suerte de idiota.
Pero Claudio no era tonto ni mucho menos. De hecho, resultó ser más listo, y mejor gobernante que la gran mayoría de emperadores de su dinastía, y de otras. Si bien llegó al poder en extrañas circunstancias, lo ejerció con sabiduría y ecuanimidad.
Si algún problema tuvo, el que dio con él en la tumba, fue su querencia y confianza en las mujeres que le rodearon. Decir que no supo elegir bien el amigo Claudio es quedarse corto. Eligió fatal.
Sin embargo, Claudio dejó a Roma un gran legado, político, militar, económico y social. Fue un ejemplo de apto administrador, líder y visionario. Fue un líder casi perfecto, si no fuera por sus imperfecciones.
Por si fuera poco, fue un sobreviviente nato. En una época convulsa y sangrienta dentro de su misma familia, Claudio supo pasar desapercibido, actuando como si no fuese un peligro para nadie. Como diríamos en México, navegaba con bandera de pendejo.
El hijo pequeño de una gran familia
Claudio nació en la ciudad de Lugdunum, actual Lyon, en la Galia, el 1 de agosto del año 10 a. de C. A la postre se convertiría en el primer emperador en nacer fuera de la Península Itálica. Su padre fue Nero Claudius Drusus, hijo de Livia Drusila, esposa del emperador César Augusto, y madre del emperador Tiberio.
A tan real alcurnia, hay que añadir a su hermano, Germanicus Julius Caesar, probablemente el mejor general de la historia de Roma, y su abuelo paterno, Marco Antonio. Sí, el amante de Cleopatra.
El pobre niño rico, sin embargo, nació aparentemente sin estrella. Una leve deformación en la pierna le hacía cojear. Claudio tartamudeaba y constantemente la saliva le escurría por la comisura de los labios. Por si fuera poco, una enfermedad en la infancia lo dejó un poco sordo.
Si sus defectos físicos era ya una carga, peor fue el trato que recibió de su propia familia. Cuando su padre Druso murió en el 9 a. de C., su madre Antonia comenzó a tratarlo despectivamente. Lo llamaba “monstruo”, y lo mantenía encerrado en sus habitaciones para que los invitados no lo vieran.
Cuando Claudio tenía ocho años, Antonia no pudo más, y lo envió a vivir con su abuela, esposa del emperador, al palacio real. Ahí, pasó aún más desapercibido.
Buen estudiante
Ignorado por su familia, a Claudio le entró el gusto por la historia. Por su propia cuenta, leyó todo lo que tenía a su alcance, que era mucho. También gustaba de charlar con los guardias pretorianos, para que le contaran sus experiencias en el campo de batalla.
Con el tiempo la familia se dio cuenta de que Claudio escondía un gran talento. Cuando el imperfecto Claudio tenía 17 años, Livia contrató nada menos que a Tito Livio, el gran historiador romano, para que fuese su tutor.
A la muerte de Livio pocos años después, fue el griego Atenodoro quien tomó su lugar. En esos días, hasta los oídos del mismo emperador Augusto llegaron los avances de Claudio. La familia real comenzó a tomarlo un poco en serio.
Pero no lo suficiente. Cuando Claudio pidió entrar al servicio del estado, fue rechazado. Una cosa era ser buen estudiante, en casa, y otra cosa arriesgarse a que el pueblo se burlara de él.
Claudio el historiador
A los 20 años, Claudio se animó a escribir su primer libro, de historia. Era un relato de las Guerras Civiles acaecidas tras la muerte de Julio César, cuya victoria en el campo de batalla llevó a un joven Octavio al poder.
El problema es que Octavio, era por entonces el emperador César Augusto, abuelo político, y a la vez tío abuelo, de Claudio. Octavio había vencido a Marco Antonio, abuelo materno de Claudio. Esto es, sus dos abuelos habían sido enemigos.
Aparentemente, Claudio tomó el bando de Marco Antonio, y su historia no era muy amable con Octavio. Para no enfadar al emperador, Antonia y Livia decidieron poner un alto al libro de su hijo y nieto, respectivamente.
Cuando César Augusto murió en el año 14 de nuestra era, su hijo adoptivo Tiberio le sucedió. Las cosas no mejoraron para Claudio con su tío, que también le negó la entrada en política. Sería su último intento. Durante las tres décadas que siguieron, Claudio se encerró a escribir.
Tiempos convulsos
Esas tres décadas se pueden contar entre las más convulsas del Imperio. Tiberio sucedió a César Augusto, pero dejó al Comandante de la Guardia Pretoriana ejercer el poder. Sejanus, que quería suceder a su vez a Tiberio, se encargó de eliminar a sus competidores por el trono.
Entre estos estaban los hijos de Germánico, hijo adoptivo de Tiberio. Sejanus convenció al emperador de que su viuda, Agripina, conspiraba contra él. Los hijos, Nerón César, Druso César y Julio César, mejor conocido como Calígula, supuestamente también sabían algo.
Tiberio mandó al exilio a Agripina y a Nerón. Ambos se suicidaron poco después. Druso César fue arrestado y encarcelado en una celda bajo el Palacio Real. Murió de hambre. El único que se salvó fue Calígula.
Cuando el hijo de Tiberio murió, probablemente envenenado por Sejanus, el emperador recuperó a Calígula para prepararlo para que lo sucediera. Así ocurrió a la muerte de Tiberio el 16 de marzo del 37.
Relacionado: La cuestión de Calígula y su caballo.
Un emperador sádico
A Gaius Julius Caesar Augustus Germanicus le apodaban “Calígula” por unas sandalias de soldado que solía llevar de niño. El resto de nombres le venían por sus ancestros. Claudio era tío suyo, hermano de su padre Germánico.
Cuando Calígula llegó al poder, nada parecía que iba a convertirse en uno de los emperadores más ineficaces y violentos de su dinastía. Poco a poco, sin embargo, dio muestras de que lo único que le importaba era el poder absoluto, y ejercerlo en exclusiva para satisfacer sus caprichos.
Ya le dedicaré su propio artículo a Calígula, hay mucho que contar. Lo que nos importa en este momento es su relación con Claudio. Calígula se burlaba constantemente de él, y de sus problemas físicos. Además, lo humillaba frente a otros, incluso en el Senado.
El pobre Claudio sufrió tanto estrés durante lo 1,400 días de reinado de Calígula, que se cree se quedó en los huesos.
Claudio Emperador
El 24 de enero del año 41, Roma dijo basta. Al menos lo dijo la Guardia Pretoriana, y según parece, varios senadores.
Aquella noche, cuando Calígula volvía al Palacio a través de un corredor subterráneo, el Comandante de la Guardia Pretoriana, Cassius Chaerea, se abalanzó sobre el emperador y le clavó una daga. Varios Pretorianos más y algún senador se sumó a la fiesta. Según Suetonio, Calígula recibió el mismo número de puñaladas que su ancestro, Julio César, 30.
La Guardia Pretoriana, temerosa de una venganza imperial, mató también a la esposa y a la hija de Calígula. Buscaron a Claudio, pero no lo encontraron. Un soldado simpatizante de este, Gratus lo encontró escondido detrás de una cortina, y con la ayuda de otros sacó a Claudio del palacio y se lo llevó al campamento pretoriano a las afueras de la ciudad.
Mientras tanto, al enterarse del magnicidio, el Senado se renuió para decidir qué hacer. Algunos sugirieron nombrar a dos cónsules y volver al sistema republicano. Otros buscaron a quién nombrar emperador. Tardaron mucho.
No sabemos por qué, pero es posible que Claudio se haya ganado la lealtad de la Guardia Pretoriana. También es posible que los soldados quisieran nombrara un emperador “marioneta” al cual poder controlar.
El caso es que la Guardia nombró a Claudio Emperador. Cuando el Senado recibió la noticia, ya eran hechos consumados.
Comienza el reinado Claudio
El destino, o lo que sea, tiene graciosas formas de expresar sus decisiones. Juega con la historia, haciéndola girar incontrolable, desviándola de su camino, para que ella tome una nueva forma, y siga siendo historia.
Un niño con varias deficiencias físicas, ignorado y ocultado por su familia, es el último sobreviviente. Claudio vive para contarlo, y para convertirse en el cuarto emperador de la dinastía Julia. Sabe lo que tiene que hacer.
Su primera decisión es ordenar la detención y ejecución de los asesinos de su sobrino Calígula, excepto a los senadores, parte del acuerdo para que lo aceptaran. Claudio también añadió los cognomen de César y Augusto, legitimando su pertenencia a la familia.
También mantuvo el nombre de germánico, por su hermano. En cualquier caso, a menudo firmaba sus documentos como “filis Drusus”, el hijo de Druso, en honor a su padre.
El Juez Claudio
Como su familia le había negado participar de cualquier manera al servicio del estado, Claudio se metió de lleno en todo lo que pudo. Le gustaba mucho hacerla de juez, aunque fue criticado muchas veces por no conocer bien la ley, o por ser fácilmente manipulado por los abogados.
El emperador imperfecto llevó a cabo diversas reformas en el sistema fiscal, probablemente no muy profundas, pero con consecuencias prácticas. Por ejemplo, subió la edad mínima para ser jurado a 25 y obligar a los abogados de ambas partes a permanecer en la ciudad mientras sus casos estaban por decidir.
Claudio publicó cientos de edictos en toda clase de asuntos. Otorgó la libertad a los judíos, por ejemplo, y dio la ciudadanía a los habitantes de Trento, que por alguna razón no la tenían. Dictó también que los esclavos que eran abandonados por sus amos por estar enfermos, si se recuperaban, serían libres.
Expansión del Imperio
Si alguien creyó que Claudio se dedicaría a sus libros durante su reinado, se equivocó. El emperador imperfecto conocía bien la historia de Roma, y no pensaba alejarse de la tradición. Además, era nieto, hijo y hermano de grandes generales.
En el año 168 a. de C., Tracia ya había sido convertido en estado tributario a Roma. En tiempos de Mario, Roma ya nombraba a sus reyes, la independencia de Tracia ya era papel mojado. Claudio la integró de facto en el imperio en el 46 de nuestra era.
Algo parecido sucedió con Noricum, un reino que ocupaba partes de las actuales Austria y Eslovenia. En el 113 a. de C., Noricum fue invadido por tribus germánicas. Roma acudió en su ayuda, y a partir de entonces el reino se convirtió en tributario. Claudio lo integró en el Imperio en el 47 después de Cristo.
De la misma manera Claudio añadió a Panfilia y Licia, en Asia Menor, y a Judea, en Palestina. Claudio ordenó también la conquista de Britannia, ya intentada por Julio César. COmo ese tema ya lo traté en otro artículo, mejor te pongo el enlace:
¿Por qué Claudio invadió Britannia?
Obras públicas
Claudio reorganizó la recaudación de impuestos, reduciendo el número de intermediarios y, por ende, la corrupción. Bajó algunos impuestos y subiño otros, incrementando la recaudación sin afectar negativamente la economía.
Con ese dinero, Claudio se embarcó en una gran campaña de obras públicas. Reparó y amplió la red de caminos, incluyendo el que su padre había construído de Italia a Germania. También construyó dos canales, uno del Rina al mar y otro del Tíber al nuevo puerto de Portus.
Pero sin duda su mejor conocido legado arquitectónico fue la ampliación de la red de acueductos. Reparó el Aqua Virgo, terminó el Aqua Claudia y construyó el Anio Novus, trabajo que le llevó 14 años y que mejoró considerablemente el suministro a la creciente capital.
En este apartado Claudio tuvo un fallo. En Italia Central hay un lago, que los romanos conocían como Fucinus Lacus. Era una buena fuente de agua para los cultivos y de pescado para el consumo. El problema es que también era un criadero de mosquitos.
La idea de claudio fue drenarlo, construyendo para ello un túnel de 5.6 kilómetros. De paso, con ese agua se podría aumentar el caudal de un río cercano, para hacerlo navegable todo el año.
El problema es que los ingenieros construyeron el túnel algo torcido, y no lo suficientemente largo. El día de la inauguración, el agua salió, pero no llegó a su destino y volvió al lago, causando una inundación que casi se lleva la vida del Emperador. Nadie es perfecto.
Claudio, el político
Habiéndose criado en el Palacio y como miembro de la Familia Real, Claudio conocía muy bien los tejes y manejes de la política romana. Por su parte, no estaba interesado en el poder absoluto, como Calígula, ni quería simplemente disfrutar de sus riquezas, como Tiberio.
Claudio dedicó buena parte de su reinado a mejorar las instituciones del estado. Empezando por el Senado, del cual expulsó a sus miembros más corruptos y apáticos, sustituyendolos por miembros de las provincias.
También quitó al Senado varias competencias, como la administración de algunos territorios (les dio otros), y las operaciones de algunas empresas estatales. En su lugar puso a “tecnócratas”, hombres libres expertos en la materia.
No debería de sorprender entonces que Claudio se ganó muchos enemigos dentro de la institución legislativa. Incluso algunos planearon asesinar al emperador, pero todos sus intentos fallaron. Eran todos hombres.
Las mujeres de Claudio
En su juventud, Claudio estuvo comprometido dos veces. Sin embargo, ambos compromisos, con Aemilia Lepida y con Livia Medulina, no llegaron lejos. El primero fue suspendido por Octavio, por cuestiones políticas, y Livia murió el día de su boda.
A los 18 años, Claudio contrajo matrimonio con Plautia Urgunalilla. Con ella tuvo un hijo, Claudio Druso, que murió en la adolescencia. Pero al parecer, Plautia le puso los cuernos a Claudio, y se divorció de ella.
El entonces ignorado príncipe no duró mucho soltero. En el año 28 de nuestra era, a los 38 años, dijo sí quiero a Aelia Paetina. Una niña, Claudia Antonia (más tarde ejecutada por Nerón), fue el fruto de ese matrimonio.
Claudio también se divorció de ella, pero no estamos seguros de las causas. Es posible que Claudio hubiese visto el matrimonio como un problema político, pues Aelia era hermana de Sejanus, y este terminó mal. Otras fuentes creen que Aelia maltrataba física y psicológicamente a su marido, hasta que éste dijo basta.
Valeria Mesalina
Las dos siguientes mujeres de Claudio merecen su propio apartado. De hecho, ya he escrito un artículo sobre las andanzas de Valeria Mesalina. Según parece, la prima y esposa del emperador era una ninfomana. Y como no quiero alargarme, te dejo aquí el enlace:
Probablemente la peor esposa del mundo.
Un día, cuando Claudio estaba en Ostia en un acto público, Mesalina se casó con su amante, Gaius Silius. Es posible que se sintiera sola, y es posible también que se hubiese divorciado de Claudio poco antes, sin que este lo supiera.
No obstante, el emperador, cansado de las infidelidades de su esposa, y considerando su matrimonio como un intento de despojarlo del poder, la mandó ejecutar junto con su marido y estirpe.
De recuerdo del matrimonio quedaron dos hijos, Claudia Octavia, y Tiberio Claudio Germánico. Ninguno de ellos pasaría de los 22 años. Claudia, la primera esposa de Nerón, fue asesinada por este aesa edad. Tiberio Claudio, el mismo final, a los 14 años.
Agripina
Si cuando escribí el artículo sobre la peor esposa de todos los tiempos elegí a Mesalina, bien pude haber elegido a Agripina. Según todas las fuentes de la antigüedad, La hija de Germánico, hermana de Calígula y sobrina de Claudio, era una mujer para quien el poder lo era todo.
Debido al parentesco y la edad de Claudio el día de la boda, 59 años, el matrimonio fue muy criticado. La gente sabía lo mal que el emperador había elegido esposas, y conocían bien a la ambiciosa Agripina.
Dominante y violenta, era una mujer bella. Tiberio la había casado a los 13 años, con un primo, Gnaeus Domitius Ahenobarbus. Del matrimonio nacería un hijo, Lucius Domitius Ahenobarbus. Quédate con este nombre.
Desde el día de su boda, Agripina se dedicó a eliminar cualquier obstáculo en su camino al poder absoluto. Su plan era que Claudio adoptase a su hijo y que lo nombrase su sucesor.
Los hijos que el emperador había tenido con Mesalina fueron expulsados del palacio, sin que Claudio lo impidiese. Aún así, Claudio parecía estar enamorado de ella, y la bañaba en joyas y otros regalos.
Cuando el emperador fundó una colonia a las orillas del Rin, la bautizó como Colonia Claudia Ara Agrippinensis, la actua Colonia, Alemania. Fue la única colonia romana con nombre de mujer.
El peor error del emperador
Agripina consiguió su cometido, que su hijo fuese adoptado por Claudio, en el año 50. A Lucius Domitius Ahenobarbus, lo casó con Claudia Octavia, su hijastra. Agripina intentó aislar al hijo de Claudio, conocido como Britannicus,pero falló en un principio.
Peor aún, Claudio comenzó a preparar a Britannicus para que le sucediera. Agripina comenzó a planear la muerte de su marido, plan que llevó a cabo con un plato de hongos envenenados el 13 de octubre del 54. Nuestro amigo, el gran superviviente, sucumbió a su última esposa a los 63 años.
Claudio, el perfecto emperador imperfecto
Así transcurrió la vida de un niño con deficiencias físicas. Nieto, hijo, hermano, sobrino de los hombres más poderosos de Roma, su Talón de Aquiles fueron las mujeres, igual de poderosas. Aquel niño del que nadie esperaba nada, se convirtió en un gran emperador.
Hace muchos años, como ya he contado alguna vez, me encontré con la célebre serie británica de Yo, Claudio, basada en el libro de Robert Graves. A pesar de que es una obra de ficción, se puede apreciar el ambiente y las luchas de poder en la Roma del siglo I.
Yo, Claudio también fue uno de mis primeros contactos con la historia romana, de la que ahora soy un gran fan. Hace mucho que le debía estas líneas al emperador Tiberio Claudio César Augusto Germánico, un hombre que nació con mucho en contra, pero que supo levantarse y dejar un importante legado.
Por cierto, aquel hijo de Agripina, Lucius Domitius Ahenobarbus, se convirtió en el quinto emperador Julio-Claudia tras el asesinato de su padrastro por parte de su madre. Conocido como Nerón, ya emperador, asesinó a su vez a Agripina.
Muy interesante el artículo. Gracias
Muchas gracias a ti Mesalina. Espero no haberte dejado mal parada… 😛
Ojala enseñaran la historia en el colegio de esta manera tan amena.
Mil gracias Diego! Es cuestión de voluntad, y de pasión por la historia… 😛 hay muchos muy buenos profesores en las escuelas. También es cuestión de suerte… Mil gracias por tus amables palabras. Un abrazo!