En la actualidad, existen varios, si secretos, métodos de hundir un submarino. En realidad, dichos métodos modernos consisten en hacerlo volar en pedazos con un poderoso misil o torpedo. También puede hacerse desde adentro, simplemente diseñándolos con errores o dotándolos de equipamientos obsoletos, como en el caso del Kursk.
Pero hace un siglo, en los albores de la tecnología submarina, dichas naves eran tan precarias que a pocos se les ocurrió diseñar defensas en su contra. De hecho, los jerifaltes marineros no creían que los submarinos fueran una amenaza.
Hundir un submarino era prácticamente imposible, a menos que lo embistiera otro submarino, o un buque de superficie. Alguien tenía que pensar en una solución para hundir un submarino. Los británicos pensaron en ello, pero sus ideas originales rozaron lo ridículo.

Hijos de la Gran Bretaña
Los más afectados por la guerra submarina desatada por Alemania en 1914, fueron precisamente los británicos. Más que nada, por ser la potencia naval dominante en el mundo, y por tener su talón de aquiles en el hecho de que su territorio está compuesto de islas. La Kaiserliche Marine (marina Imperial), lo sabía, y fue directamente al ataque de buques ingleses, militares o civiles.
La intención, bloquear todo tipo de transporte a las islas, y provocar una hambruna que obligara a las autoridades a firmar la rendición. La campaña se inició casi tan pronto como se entregaron las declaraciones de guerra en las respectivas embajadas, y por muy poco, no cumplió sus objetivos.

El 22 de septiembre de 1914, el U-Boot-9, hundió tres cruceros británicos en menos de una hora, causando 1460 víctimas. El ataque consternó al Almirantazgo, liderado por Winston Churchill. Hasta ese momento, la Marina no había considerado a los submarinos como un peligro. Todo cambiaría en ese momento.
Todo empieza con Churchill
El entonces aún joven Lord del Almirantazgo, siempre un dechado de actividad, dio órdenes enseguida de buscar solución al problema de los submarinos. Rápidamente se formó un equipo de “expertos”.

En aquellos días, sólo se podía evitar ser hundido de dos maneras: escapar a toda velocidad, o embestir al sumergible.
La primera requería que el buque avistara al submarino antes que en el orden contrario. La segunda significaba dañar el propio barco, con cierto riesgo de hundimiento. Las dos dependían mucho de la suerte.
Uno de los primeros cambios de política fue aumentar el número de vigías en los buques de superficie. Prácticamente cualquier marino que no estuviese dedicado a otras labores subía a cubierta para escrutar la inmensidad del océano en busca de periscopios.
La tarea se mostró ardua. La ventaja de los submarinos estribaba precisamente en el hecho de que podían sumergirse. Además, un submarino puede observar a su presa desde muy lejos,. Un periscopio apenas y se deja ver sobre las olas.
En cualquier caso, era una medida con sentido, aunque poco eficaz para hundir un submarino. Luego llegarían las ridiculeces.
Métodos ridículos
El Comité de Ataque Submarino del Almirantazgo, el cuerpo creado por Churchill para tal tarea, concluyó que la manera más factible de eliminar la amenaza submarina era desactivar de algún modo los periscopios, y obligar al sumergible a salir a la superficie.
Para ello, una de las primeras sugerencias fue que los barcos derramaran pintura sobre el mar. Se esperaba que, al salir un periscopio, este se cubriera de la substancia y los lobos de mar no pudieran utilizarlos.

Otra idea fue entrenar a focas o leones marinos, para que estos detectaran a los submarinos y alertaran a los vigías. Este programa sí se puso en marcha y, aunque no sabemos el alcance que tuvo, creemos que no llegó muy lejos, pues no se sabe de ningún caso en el que haya funcionado.
El mismo Churchill contó otra de las iniciativas ideadas para reclutar animales contra los submarinos. La idea era alimentar a las gaviotas en las inmediaciones de los buques, para atraerlas, y esperar que alguna de ellas, al ver un periscopio, se posara sobre este.
Así sería más fácil de detectar y hundir un submarino, y si no, probablemente una defecación aviar podría también bloquear la lente del aparato.
Hundir un submarino hundido
De todos estos métodos ridículos para hundir un submarino, hay uno que llama la atención. Se me ha ocurrido llamarlo “El Mazo de Thor”, en homenaje al forzudo superhéroe.
El CASA sugirió que los barcos que querían protegerse, soltaran una serie de lanchas. En ellas, se embarcaría a un grupo de marineros que buscarían periscopios en las cercanías.
Cada cuadrilla iría equipada con un saco y un gran martillo. Al encontrar un periscopio, los marinos lo cubrirían con el saco, y arremetarían contra el artilugio visual a mazazos. Tampoco sabemos si esta idea se puso en práctica o no. En cualquier caso, hubiese sido muy cómico observar dicha acción.
Por fin un método eficaz
A pesar de todo lo anterior, poco antes del inicio de la Primera Guerra Mundial, los británicos estaban trabajando en otra arma antisubmarina: las cargas de profundidad. Estas son bombas químicas que producen una onda expansiva capaz de dañar o destruir un submarino.
Desafortunadamente, las primeras cargas de profundidad no eran muy efectivas. No fue sino hasta enero de 1916 que un modelo funcional pudo ser utilizado. En marzo de ese año, el primer U-Boot alemán fue hundido por el HMS Farnborough, frente a la costa de Irlanda.

Al final de la guerra, 38 U-Boots habían sufrido la misma suerte a manos de las cargas de profundidad. Por fin un arma efectiva contra los submarinos. No obstante, durante las dos guerras mundiales siguieron causando grandes destrozos a los aliados.
Aún así, nos queda el recuerdo de los inútiles y ridículos métodos ideados por el CASA. A decir verdad, y a pesar de la ineficacia de las soluciones propuestas, sus empleados al menos hicieron algo y merecen un reconocimiento.
poder entender la historia que escuche cuando era chica, ahora que ya tengo 83 años,me hace comprender el porque de los comentarios que yo escuchaba en ese tiempo, aquì en america no se hablaba mucho de la guerra y luego se olvidò
GRACIAS por enviar todo este material
sarsarquisse@yahoo.com.ar
Hola Sara Josefa,
Si por algo me gusta la Historia, es precisamente porque nos hace revivir momentos del pasado. Algunos los vivimos en persona, otros nos los contaron, pero todos nos ayudan a comprender el mundo de nuestros antepasados. Me alegra y me halaga que estas páginas te traigan estos recuerdos.
Mil gracias por comentar, y un besín para tu Tierra!
Hola Jesús.
La verdad es que estos métodos resultaban bastante pintorescos, especialmente «el mazo de Thor». A partir del uso de las cargas de profundidad todo cambió.
En la Segunda Guerra Mundial, y tras dos etapas de «buenos tiempos» para los U-Booten (desde 1940 hasta marzo de 1941 y después, en 1942), los aliados supieron dar con la tecla y acabar con la amenaza submarina.
Varias armas antisubmarinas fueron la clave para ello, aparte de una mejora en los sistemas de detección (sónar y asdic). Una de las más importantes fue el «Hedgehog» o «erizo», un sistema que lanzaba 24 bombas en círculo a unos 200 metros de la proa del buque de escolta. A finales de 1941 todos los barcos de escolta británicos las tenían instaladas.
Otra arma, quizás la más importante, fue la aviación. Desde la entrada en la guerra de los EE.UU., varios aparatos de gran autonomía (como los Consolidated B-24 Liberator) no dejaron ni el más mínimo resquicio del Atlántico norte en el que los U-Booten pudieran esconderse.
Pero la principal arma antisubmarina no fue otra que las características de los submarinos en aquella época. Más que submarinos, los Tipo VII-C alemanes eran «sumergibles», pues sus prestaciones en inmersión limitaban mucho su velocidad, dependiendo de unas baterías que no tenían mucha autonomía y que debían ser recargadas en superficie. Los submarinos Tipo XXI sí habrían sido un arma temible, pero no llegaron a tiempo de ser utilizados en el número adecuado.
Un abrazo.
Buenos días Dr. Udet,
sin duda la amenaza submarina desató la búsqueda de armas para combatirla. Me he dado cuenta de que apenas y mencioné la valiosa colaboración de las fuerzas aéreas en la lucha contra los U-Boot. Al principio de la guerra, los aliados no tenían ningún avión que tuviera la autonomía suficiente para cubrir todo el Atlántico (o la mitad necesaria), pero nuevos o mejorados modelos lograron cubrir toda su extensión, por lo que los submarinos alemanes ya no tuvieron dónde esconderse.
Tampoco mencioné el «Hedgehog», una falta grave por mi parte, pues esta tenía un ratio de éxito más alto que el de las cargas de profundidad. El «Hedgehog», como bien dices, una ristra de 24 morteros lanzados al mismo tiempo, actuaba por contacto, y no por proximidad. Tenía la ventaja de que, si ninguna bomba hacía contacto y no había explosión, el sonar no se veía afectado, y el perseguidor podía seguir en contacto con el submarino. En el caso de las cargas de profundidad, durante el periodo posterior a las explosiones, el ASDIC no funcionaba correctamente, y eso posibilitaba el escape del U-Boot.
En cualquier caso, y a pesar del daño que los submarinos alemanes causaron en ambas guerras, el contraataque aliado acabó con ellos. Eso no quita que no hayan quedado para la historia las anécdotas relatadas en este artículo.
Mil gracias como siempre por vuestra valiosa colaboración. Esta vez vuelvo pronto…
Un abrazo.