La historia está llena de eventos y momentos curiosos. Los hay de todo tipo: encuentros, peleas, descubrimientos, amores y desamores, errores y aciertos, héroes y villanos, buenos y malos negocios. Y negocios extraños, como el de Pepsi-Cola, cobrando en vodka y submarinos a cambio de una bebida carbonatada.
Este es un episodio del Podcast Ciencia Histórica. Puedes escucharlo en este reproductor, o puedes leerlo más abajo.
Si, una curiosa y larga cadena de coincidencias terminó llevando a la refresquera a vender vodka Stolichnaya en Estados Unidos. Pepsi también tuvo que aceptar en pago 16 submarinos, un crucero, una fragata y un destructor. Luego tuvo que venderlos.
La “Guerra de las Colas”, como se le llamaría a la férrea competencia entre Pepsi y Coca-Cola en los años 80, culminaría con estos extraños eventos. No sabemos hasta ahora si Coca-Cola pensó en comprar misiles balísticos.
Gracias a Dios, estas famosas empresas no llegaron a los puños. Bueno, sólo un poco.
Antes que nada, gracias.
Buenos días, tardes y noches querido fans de la historia. Hoy tenemos un programa potente y refrescante que tuvo como lienzo la Guerra Fría.
Hoy hablaremos de cuando Pepsi-Cola aceptó vender vodka ruso y una flotilla naval, y el por qué. Esto es Ciencia Histórica, el Podcast, y yo soy tu anfitrión Jesús García-Barcala. Quédate con nosotros, que juntos aprenderemos mucho.
Antes de entrar en el tema, quiero agradecer a todos los oyentes el gran recibimiento que Ciencia Histórica, el Podcast, tuvo en su lanzamiento. No me esperaba tal éxito en tan poco tiempo. Muchas gracias, gracias de corazón.
Hoy tenemos una historia original, una que hace tiempo pensé en publicar en el blog, pero para la que nunca encontré el hueco. Es una anécdota curiosa que ilustra muy bien dos aspectos muy importantes de la época.
El conflicto entre las dos potencias mundiales, y el conflicto entre las dos potencias mundiales del refresco.
En un momento dado, ambas guerras se entremezclaron.
Coca-Cola: una historia normal
Todo empezó con el nacimiento, con la invención de Coca-Cola por John Pemberton allá por 1886. El farmacéutico y empresario de Atlanta había por fin dado con la fórmula de una bebida que pudiese hacerlo millonario.
Desafortunadamente para él, no pudo disfrutar del éxito, pues Pemberton murió tan sólo dos años después de su descubrimiento. A pesar de que ya había vendido la mayor parte de su compañía, su adicción a la morfina lo llevaron a la muerte en la pobreza total.
Un antiguo socio suyo, Asa Griggs Candler, fue quien le compró la fórmula de la Coca-Cola y quien fundó la compañía que todos conocemos, The Coca-Cola Company.
Candler fue también quien decidió quitarle la cocaína a la bebida, quien eligió un nuevo modelo de botella para evitar copias, y quien se hizo multimillonario.
Tanto éxito tuvo la Coca-Cola que no tardaron en salirle copias por doquier.
Una de esas copias fue Pepsi-Cola.
Pepsi- Cola: otra historia normal
La bebida inventada por Brad Caleb en 1898, también tuvo un gran éxito en sus primeros años. Sin embargo, debido al racionamiento de azúcar durante la Primera Guerra Mundial, racionamiento para el que Coca-Cola sí se había preparado, Pepsi-Cola cayó en tiempos difíciles.
La empresa incluso cayó en bancarrota en 1923, y fue adquirida por un nuevo dueño.
No fue sino hasta mediados de los años 50 que Pepsi recobró su protagonismo, convirtiéndose en el más fuerte competidor de Coca-Cola en los Estados Unidos.
Y tengo que subrayar, en Estados Unidos, porque en el resto del mundo Pepsi no le olía ni el pelo a Coca Cola. Vamos, simplemente no había competencia. Eso sí, Pepsi, en manos de jóvenes y agresivos ejecutivos, pensaba plantarle cara a su gigantesco rival.
Uno de esos jóvenes era Donald Kendall, quien en 1956, con sólo 35 años, había llegado a la Vicepresidencia de marketing. Un año después, ya era el Jefe de las Operaciones Internacionales de Pepsi.
Guerra Fría
Como tal, en 1959, estaba a cargo de la representación de Pepsi en la Exposición Nacional Estadounidense en Moscú, dentro de un programa de acercamiento entre los dos grandes rivales. El Vicepresidente Richard Nixon visitó la exposición acompañado del Premier Nikita Khrushchev.
Ahí tuvo lugar el famoso Debate de la Cocina, en el que ambos líderes se enzarzaron en un amistoso debate sobre cuál de los dos sistemas, capitalismo o comunismo, era el mejor para un país.
Kendall, que era muy listo y se llevaba muy bien con Nixon, habló con el vicepresidente la noche anterior y le dijo que sería de gran ayuda que Khrushchev saliera en una foto bebiéndose un vaso de Pepsi.
Durante la visita Nixon cumplió, y lento pero seguro llevó al Secretario General del Partido Comunista hacia el stand de Pepsi. Ahí estaba Kendall para servirle un vaso, y los tres salieron en la foto.
Años más tarde, Donald se convirtió en el Consejero Delegado de Pepsi. Apenas llegó al puesto, se puso a trabajar en un objetivo que tenía ya desde hacía tiempo: vender Pepsi en la Unión Soviética.
La Guerra de las Colas
Volviendo al asunto de la rivalidad entre Coca-Cola y Pepsi Cola, recordarás que dije que esta existía en Estados Unidos, pero que en el resto del mundo el liderazgo de Coca-Cola era indiscutible.
Kendall quería cambiar la situación, y para ello creyó que entrar en la URSS sería un buen paso.
Primero, porque sería un golpe de efecto que tendría un gran impacto en la prensa, lo cual daría a Pepsi mucha publicidad gratuita.
Y segundo, porque la URSS era un enorme mercado de casi 300 millones de almas. Kendall creía que, al ser un producto americano, sería muy popular detrás de la Cortina de Acero.
Mucho no se equivocó, pero eso fue lo de menos.
El problema estaba en los dineros. Y es que la URSS, como buen país comunista, no creía en las fuerzas del mercado, no creía en la ley de la oferta y la demanda.
Pepsi vende vodka, y barcos de guerra
Como el país apenas y exportada nada que quisiera occidente, el rublo no valía nada en los mercados de divisas. Si Pepsi quería vender sus refrescos en la URSS, tendría que encontrar algo con qué cobrar. La idea era encontrar un producto con el Pepsi pudiera hacer trueque, pero que luego pudiera vender a cambio de dinero.
Fue el gobierno soviético quien encontró la solución. Por aquel entonces, estaban buscando una manera de vender su excedente de vodka de alta calidad, Stolichnaya, en el extranjero. Los rusos ofrecieron entonces pagarle a Pepsi con Stolichnaya. La refresquera aceptó, y se convirtió en el distribuidor exclusivo de Stoli en Estados Unidos.
Tal y como Kendall esperaba, el acuerdo fue una bomba mediática. Al menos una parte, la de Pepsi entrando en un país comunista. Del vodka nadie dijo nada.
Desde 1972 que Pepsi firmó su contrato con la URSS y hasta 1985, las cosas le fueron bien a la embotelladora. Ayudó el hecho de que en dicho contrato se estipulaba que Coca-Cola tendría vetada la entrada tras la Cortina de Acero.
Para entonces, sin embargo, la Guerra de las Colas estaba en pleno apogeo.
La lucha se recrudece
Ambas empresas se habían enfrascado en una batalla publicitaria en la que ambas intentaban demostrar que una era mejor que la otra, todo esto dentro de Estados Unidos, donde Pepsi sí llegó a ponerse al nivel de su rival.
Pepsi siguió mirando e impulsando su contrato con la URSS, logrando incluso emitir el primer comercial de televisión pagado en el gigante soviético. Nada más y nada menos que Michael Jackson, entonces en la cúspide de su carrera, era el protagonista.
Pero llegó un momento en el que, fue tal el éxito de Pepsi, que no podía vender tanto vodka, así que buscó renegociar el acuerdo con la URSS.
Era tanto el dinero, y tan mal estaba la economía de los soviéticos, que ofrecieron a Pepsi pagarles con una serie de buques de guerra.
Obviamente, no eran buques de guerra en perfecto y completo estado de funcionamiento. Eran más bien barcos ya obsoletos, y desarmados, que Pepsi podría vender a otros países. Podrían ser renovados y vueltos a utilizar como navíos de guerra, o podrían llevarlos al desguace.
La flotilla de Pepsi
El acuerdo, firmado en la primavera de 1989, entregaba a Pepsi la flota, que incluía:
- 16 submarinos
- Un crucero
- Una fragata
- Un destructor.
Todos estos serían vendidos para el desguace, pero Pepsi también recibió una serie de buques cisterna nuevos, que sub arrendó a otra empresa.
Según parece, el acuerdo fue todo un éxito, pues sólo un año después, Pepsi y el gobierno soviético firmaban un nuevo contrato, por tres mil millones de dólares.
Más barcos de guerra llegarían a manos de Pepsi, que a su vez entregaba no sólo millones de botellas de su refresco, sino que añadía al trato la apertura de sus primeros restaurantes Pizza Hut detrás de la Cortina de Acero.
Que sepamos, Coca-Cola se tomó el rearme de Pepsi-Cola como algo muy serio, pero no sabemos si también compró su propia flotilla o invirtió en misiles de largo alcance.
Eso sí, las bromas no se hicieron esperar. Nuestro viejo amigo Kendall, para entonces ya jubilado de Pepsi pero en su función de Presidente del Consejo de Relaciones Comerciales Soviético-Estadounidense, dijo al entonces Asesor de Seguridad Nacional del Presidente Bush: “Nosotros estamos desarmando a la URSS más rápido que ustedes”.
Se acaba la historia
Ahora bien, probablemente ya habrás adivinado que pasó después, a juzgar por las fechas. Pero déjame retroceder un poco en el tiempo para ponerte en antecedentes.
En 1985, Michail Gorbachov había sido elegido Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética. Según él mismo, al llegar al poder se dio cuenta de que el sistema totalitario y de economía centralizada imperante en la URSS no funcionaban. El país se estaba cayendo a pedazos.
Gorbachov instituyó varios programas de reformas para intentar modernizar tanto la política como la economía, entre ellos Glasnost y Perestroika. En los primeros años, dichos programas fueron muy bien recibidos por occidente, pero dentro del sistema de la URSS, aquellos que perderían poder y privilegios no estaban por la labor.
Poco después de que el propio Gorbachev autorizara el acuerdo con Pepsi, convocó elecciones por primera vez desde el nacimiento del llamado “Imperio del Mal”. Ahí comenzaron sus problemas.
Adios a la URSS
En agosto de 1991, un intento de golpe de estado contra Gorbachev debilitó su figura, y dio luz a la nueva estrella de la política rusa, Boris Yeltsin. El 25 de diciembre de ese mismo año, Gorbachev renunció a la presidencia de la URSS, que esa misma noche se disolvió.
Yeltsin quedó como presidente de Rusia, y el resto de Repúblicas soviéticas se erigieron
independientes, aunque con los mismos presidente que durante el periodo soviético.
Y claro, esto fue un desastre para Pepsi. Primero, sus múltiples plantas, distribuidores y proveedores, estaban repartidas en varias de las ya Ex repúblicas soviéticas. Ahora, para mantener el suministro de Pepsi tendría que negociar con 17 países y no con uno.
Además, los buques con los que esperaba cobrar también quedaron repartidos entre varios países, por lo que tendría que negociar también el pago por separado.
Es lo que tiene negociar con regímenes totalitarios.
Peor aún, al desaparecer la Unión Soviética, se acababa el acuerdo de monopolio que Pepsi consiguió, y Coca-Cola podía ya entrar en los 17 nuevos países, incluidos Rusia. Y eso no fue todo.
Para entonces, Pepsi llevaba vendiéndose en la URSS casi 20 años, y los ciudadanos ya no la veían como una novedad. Por si fuera poco, muchos ex ciudadanos soviéticos no estaban muy contentos con Pepsi porque se había metido en la cama con los gobernantes que los oprimieron durante décadas.
¡Pepsi cae!
Aunque Rusia se mantuvo como el segundo mercado más importante para Pepsi, tras la caída de la URSS, Coca-Cola no tardó en auparse al liderato. En la actualidad, la cuota de mercado de Coca Cola es el doble que la de Pepsi.
Lo dicho, es lo que pasa cuando te acuestas con gobiernos totalitarios.
Pero no podemos decir que Pepsi no lo intentó. La Guerra de las colas lo llevó a buscar un mercado internacional en el que Coca-Cola no dominara, y terminó escaldado, pero al menos Pepsi se estableció como un verdadero rival de Coca-Cola.
Entre los dos gigantes controlan más del 60 % del mercado mundial de bebidas embotelladas.
Pepsi sigue por detrás, pero un día, hace tres décadas, parecía que se acercaba a su rival.
Los buques de guerra que consiguió de la URSS los vendió o subarrendó, y el mundo agradeció que Pepsi no hubiese bombardeado Atlanta.
Esto ha sido todo por hoy. Espero te haya gustado esta interesante y curiosa parte de nuestra historia.
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La próxima semana, un nuevo episodio de Ciencia Histórica, el Podcast. Soy Jesús García Barcala, y te deseo una semana histórica.
Curiosisimo. No habia oido hablar de esto en mi vida. Lo he oido en el podcast, pero me faltaban las fotos que has colgsdo aquí. 😊
Gracias de nuevo por tus aportaciones a nuestra cultura, Jesús.
Hola Carlos! Es en verdad un caso curioso, y uno no muy conocido. Por eso lo quería publicar. Además, me gusran estas historias en las que una anecdota, te permite hablar de un tema más serio…
Gracias a ti, como siempre, por tus amables palabras, y por escucharme. Es un honor…
Un abrazo.
Hola Carlos,
la historia es curiosa, y poco conocida, probablemente porque en realidad no es tan importante. Que Pepsi haya tenido su flotilla no cambió el rumbo de la Guerra Fría, gracias a Dios…Es una anécdota, es sí, que me sirvió de excusa para hablar del tema y recordar algunos eventos cruciales y a sus protagonistas. Me alegra que haya dutado tanto.
Aqu{i seguiré con más historia, pronto.
Por cierto, te invito a que escuches mi otro podcast, Por Amor a la Gastronomía, en la página de mismo nombre: http://www.poramoralagastronomia.com
Eso si te guta cocinar o comer bien… 😛
Mil gracias y un abrazo!