Si hablara de una fuente de energía cuyo combustible fuera aire y cuyo único residuo fuera agua limpia y potable probablemente la mayoría de las personas creerían que estoy hablando de una película de ciencia ficción en la que tales milagros suceden constantemente. Y todas esas personas se equivocarían. Las pilas o baterías de hidrógeno son perfectamente reales y posibles. De hecho ya se han fabricado muchas de ellas con éxito en varios lugares del mundo.
El fundamento de estas pilas es, como en cualquier pila, una reacción química; en este caso la de átomos de hidrógeno con átomos de oxígeno proveniente del aire para formar agua. Cuando el hidrógeno entra en contacto con el oxígeno se produce una reacción REDOX (de REDUCCIÓN-OXIDACIÓN) que consiste en que uno de los reactivos (el hidrógeno en este caso) pierde un electrón (se oxida) que el oxígeno recoge (se reduce). La energía eléctrica es precisamente este pequeño electrón, al que podemos hacer viajar por un circuito eléctrico corriente para que proporcione electricidad a cualquier máquina.
Todas las pilas que existen funcionan de un modo similar, mediante una reacción REDOX; la diferencia radica en que en este caso los reactivos son Hidrógeno (el elemento de la tabla periódica más abundante en el Universo) y Oxígeno (componente de un 21% de la atmósfera terrestre y no solo no es dañino sino que es esencial para la vida) y el único residuo que se produce es H2O, agua pura.
Sin embargo, como con todo, hay varias pegas: primero, el Hidrógeno es muy abundante, pero en nuestro planeta está prácticamente todo en el agua y el proceso necesario para extraerlo consume exactamente la misma energía que nos aporta una pila de hidrógeno (es la reacción inversa). Segundo, estas pilas no son tan potentes como, por ejemplo, un motor de combustible fósil como podrían ser el petróleo, carbón o gas natural. Por último, es complicado que estas pilas vayan a ver la luz del Sol pronto debido al enorme poder de las organizaciones petrolíferas sobre el sector energético, quienes se dedican a cortar cualquier propuesta que pudiera sustituir al petróleo como fuente de energía principal.
Esto no significa que las pilas de Hidrógeno se queden en el olvido como una simple curiosidad. Las agencias espaciales como la NASA las están empleando en sus naves para el mantenimiento vital ya que además de producir energía también aportan agua potable a la tripulación. También se están empezando a plantear proyectos de extracción de hidrógeno en el espacio y en la atmósfera exterior, donde se encuentra en grandes cantidades. Algunas empresas automovilísticas (como por ejemplo Honda, con un modelo ya comercializado en algunos países) o aeronáuticas (Boeing posee aviones funcionales que emplean esta tecnología) ya han fabricado prototipos propulsados por hidrógeno.
Las pilas de hidrógeno aún están lejos de poder emplearse en un ámbito corriente, pero la constante investigación que se realiza en universidades y centros científicos sigue intentando mejorar la tecnología y acercárnosla cada vez más a los ciudadanos de a pie.