Decía Francis Scott Fitzgerald, el novelista de “El Gran Gatsby” y “A Este Lado del Paraíso»: “muéstrame un héroe y te escribiré una tragedia”. Y de héroes sabía mucho el señor, acostumbrado a mostrar a sus protagonistas como hombres y mujeres valientes, bellos como la vida misma y con profundos trasfondos psicológicos. Pero sin voluntad de contradecir al autor norteamericano y desde la humildad, yo podría darle la vuelta a la tortilla a su cita afirmando que son las tragedias las que siempre engendran a los héroes.
En un espacio de apenas seis días, esta semana conmemoramos los tres accidentes más trágicos del programa espacial norteamericano, no falto de insignes protagonistas. El 27 de enero de 1967, los tripulantes del Apolo I, Virgil “Gus” Grissom, Edward White y Roger Chaffee, morían calcinados en la cápsula de su nave mientras practicaban los procedimientos del lanzamiento
Dos décadas después, ya sin la presión de la competencia pero aún con el bicho de la curiosidad, el programa del Space Shuttle, la lanzadera espacial, avanzaba confiado misión tras misión con el ánimo de expandir nuestras fronteras y estudiar nuestro entorno en el convencimiento de que entenderlo ayuda a desvelar el origen de nuestro universo y de la vida misma. Pero aquella gélida mañana
Los vuelos se reanudarían el 29 de septiembre de 1988 con el lanzamiento del transbordador Discovery tras numerosas correcciones y mejoras en el diseño de las naves, que a partir del año 2000 se dedicaron a la construcción de la Estación Espacial Internacional, aún en servicio a más de 420 km. sobre la superficie de la Tierra. No obstante, los dioses de la tragedia no se habían conformado con las almas de los caídos y golpearon nuevamente el espíritu del programa, cebándose sobre el primero de los transbordadores en la etapa más peligrosa de cualquier misión, la reentrada a la atmósfera, cuando el calor de la fricción alcanza los 6.000º centígrados y las naves requieren una protección especial para no ser consumidas. Aquel 1 de febrero de 2003, la cubierta de cerámica del Columbia no pudo resistir, habiendo perdido en el despegue y sin el conocimiento de la tripulación varias piezas de su protección en el ala izquierda, y la nave se desintegró sobre Texas minutos antes de llegar a casa. Los nombres de los siete astronautas, Rick D. Husband, William C. McCool, Michael P. Anderson, Kalpana Chawla, David M. Brown, Laurel Clark, IIan Ramon, se añadieron a la lista de los que dieron su vida en pos del conocimiento.
No todas las víctimas de la carrera espacial fueron norteamericanas pues Kalpana Chawla, India e IIan Ramón, Israelí, murieron en el Columbia. Tampoco podemos olvidarnos de los casi 150 ciudadanos soviéticos que perecieron en accidentes, incluidos los 126 que murieron en un único evento en la plataforma de despegue el 24 de octubre de 1960, pero sus nombres y las causas de su muerte permanecieron ocultos hasta la caída del imperio totalitario en 1991.
No hay duda de que la exploración es una ocupación de riesgo. Al igual que los intrépidos navegantes del siglo XV, todos los astronautas lo saben y bajo esa consigna deciden poner sus vidas en juego, sabiendo que su potencial sacrificio bien vale la pena pagar por el florecimiento de la ciencia y el avance del bienestar humano. La conquista del espacio ha traído innumerables mejoras tecnológicas y sociales de las que ahora disfrutan directa o indirectamente todos los seres humanos, entre las que destacan los avances en las telecomunicaciones que han puesto un teléfono en las manos de más de seis mil millones de personas (alrededor del 90% de la población mundial), e información meteorológica más fiable a granjeros de todo el mundo. Pero no sólo de móviles vive el hombre, y gracias a los satélites y sus observaciones nos hemos dado cuenta de los peligros que acechan a nuestro planeta hogar, empezando por los mismos destrozos que nosotros le causamos, pero que hemos empezado a corregir. La exploración espacial continua mejorando las idas de los humanos y debe seguir haciéndolo si queremos que la especie sobreviva al porvenir incierto de nuestro planeta, siempre expuesto a las vicisitudes caprichosas de la física universal. La Tierra es nuestro origen, el espacio puede ser nuestro futuro.
El explorador noruego Thor Heyerdal decía que los héroes son personas que a través de su propia voluntad y fuerza, están dispuestos a sacrificar sus vidas por una idea. Todos estos valientes dieron sus vidas en aras de una idea, la del conocimiento, del progreso científico y tecnológico, y del sueño humano de explorar y conquistar nuestro entorno. Estoy seguro de que todos ellos descansan orgullosos en el panteón de los héroes.
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Pues sí, un triste tema el que se aborda hoy, pero no por ello menos interesante. Recordar a estos hombres y mujeres que trabajaron en pos de la conquista del espacio, de la ciencia, de la investigación y de la humanidad. Descansen en paz.
Gracias Paco, a ver si te animas tú con un artículo...
un abrazo...
Hola Jesús,
coincido contigo cuando dices que " son las tragedias las que siempre engendran a los héroes". Y si me permites añadiría a otra "héroe espacial", la perrita Laika. Fue el primer ser vivo terrestre en orbitar la Tierra a borde de la nave soviética Sputnik 2, en 1957. Cuando la enviaron al espacio no había ninguna expectativa de que sobreviviera. Murió pocas horas después de lanzarla y, aunque la causa de su muerte no fue revelada hasta hace poco, probablemente fue por el estrés sufrido y el sobrecalentamiento. Después de ella, la URSS envió doce perritos más de los cuales solo cinco regresaron con vida. Aunque no eran personas, también aportaron su granito de arena en el progreso de la humanidad.
Un saludo
Gracias Francisco nuevamente por tu comentario. Efectivamente, muchos perros fueron utilizados por las URSS en su programa espacial, aunque sólo la tierna Laika alcanzó la fama. Los pobres ni siquiera se presentaron voluntarios y como tú, los considero héroes.
También en 1960, el chimpancé "Ham" fue lanzado por los norteamericanos al espacio, pero tuvo suerte y sólo volvió un poco aturdido y deshidratado, para luego disfrutar de una larga vida.
Un saludo Francisco.
Jesús, aquí tenemos un héroe olvidado, Cristóbal Colón...
Estimado/a anónimo/a ;),yo no olvido estimado lector, y espero pronto darle unas líneas al famoso navegante.
Muchas gracias por tu comentario.
Reblogueó esto en Ciencia Históricay comentado:
Un alumno me ha pedido que reblogueara esta entrada, y creo que hoy es el día adecuado...