De acuerdo con los planes anglo-franceses para la defensa conjunta, preparados desde 1905, las primeras tropas británicas deberían desembarcar en el continente sólo días después de la declaración de guerra y, supuestamente, las seis divisiones prometidas a los franceses deberían estar situadas y listas para entrar en combate justo tres semanas después de su movilización. Sin embargo, ninguno de los estados mayores aliados había considerado capaces a los alemanes no sólo de movilizarse, sino de amenazar tan pronto la frontera francesa. Además, Gran Bretaña no tenía un plan específico de ataque como podían ser el Plan Schlieffen y el Plan XVII, sino que basaba su acción inicial simplemente en defender el costado izquierdo de los ejércitos al mando del General Joffre. Todavía peor, el transporte de la Fuerza Expedicionaria Británica (BEF por sus siglas en inglés), no se había establecido como una acción automática al momento de la movilización, sino que debería ser autorizado por el Consejo de Guerra en Londres, aún dividido por la estrategia a seguir.
El reciente nombramiento de Lord Kitchener a la Secretaría de Estado de Guerra, había causado cierto malestar entre miembros del gobierno y líderes militares, que veían la llegada del Héroe de Jartum como una intromisión en los planes ya establecidos. Tanto Sir John French, el comandante de la BEF como Henry Wilson, su
Pero Kitchener perdió la batalla dialéctica y, a partir del 10 de agosto, los primeros soldados ingleses desembarcaron en las costas francesas. El plan era reunirlas en Amiens y esperar los acontecimientos, pero la velocidad del avance alemán por Bélgica y el
El día 17 de agosto, 80.000 soldados británicos con 30.000 caballos, 316 piezas de artillería de campaña y 125 ametralladoras habían cruzado el Canal de la Mancha y se disponían a tomar las posiciones indicadas por el alto mando, que había decidido llevarlas a la ciudad fortaleza de Maubeuge cercana a la frontera con Bélgica. Kitchener se opuso, prefiriendo posicionarlas en Amiens, más alejada de las líneas frontales para darles mayor libertad de movimiento pero, al ser este un recién llegado y no haber participado en las conversaciones con los franceses, el Primer Ministro Asquith aceptó seguir la estrategia original planeada con los franceses. Sir John French llevó sus tropas a Maubeuge.
Nuevamente, Kitchener tenía razón en parte y el grueso del ejército inglés sufriría enormes bajas durante las primeras campañas, tanto en lo material como en lo moral, lo que le obligaría a formar un ejército nuevo casi de la nada pero, como veremos en los próximos días, el rumbo de los acontecimientos demostró que, aunque laxa y apresurada, la contribución británica en la defensa fue crucial para hacer descarrilar el Plan Schlieffen, y para el resultado final de la guerra.
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Nunca dejo de sorprenderme de lo pequeño que era el ejército británico comparado con el francés o el alemán. En una época además en la que los soldados profesionales no eran tan superiores a los reclutados (ya que los reclutados realizaban servicios militares muy largos).
Al final de la guerra, los británicos habían puesto en uniforme a más de ocho millones de hombres, una cifra muy cercana a la de alemanes y franceses.
Hola Jesús,
¡más medallas no se pueden poner! Lo digo por los dos personajes de las fotos que nos presentas, Joffre y Kitchener. Desde el poder movían a los soldados como fichas de ajedrez, ¿les importarían realmente las bajas que pudieran tener o quizás sería más importante colocarse otra condecoración? Si se ponen otra se caen del peso.
Un abrazo
Hola Francisco,
una de las cosas que siempre me han llamado la atención de las guerras de antaño era el poco aprecio que sentían los generales por la vida de los soldados. En la PGM todos los bandos lanzaron a millones de jóvenes directos a la masacre. Y como bien dices, creo que los líderes buscaban más su propia gloria que proteger a los ciudadanos No creo que hayamos cambiado mucho...
Así es la vida y así es la guerra.
Un cordial saludo doctor.