El 1 de septiembre de 1985, las cámaras del vehículo submarino Argo captaron lo que parecían ser restos de un navío. Poco después, en las pantallas de ordenador casi cuatro mil metros por encima, en la superficie, el diseñador del ingenio sumergible, Robert Ballard, distinguía lo que parecía ser una caldera . Unos minutos más […]