El Estado del Bienestar en Roma: Panem et circenses.

No conozco ningún estado moderno que no tenga establecido algún sistema de ayudas a los ciudadanos, el llamado Estado del Bienestar. No todos tienen el mismo alcance, por supuesto, ni la misma eficacia. Pero todos, insisto, ofrecen algo a sus ciudadanos con menos recursos, y en muchas ocasiones, también a los más pudientes.

Como muchos otros aspectos de nuestra civilización, el estado del bienestar no es un invento nuevo. Egipcios, mesopotámicos y chinos constituyeron ciertas medidas que podrían ser consideradas como un sistema de asistencia pública. Pero fue en Roma donde dichos sistemas alcanzaron el rango de política estatal. Además, los romanos nos dejaron suficiente evidencia al respecto.

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Gaius Gracchus

Al igual que en otros pueblos del pasado, los líderes políticos romanos llevaron a cabo acciones puntuales de ayuda a sus ciudadanos. Por lo general solían ser repartición de alimentos en tiempos de hambruna, guerra o catástrofe natural. No obstante, fue el tribuno (representante popular), Gaius Gracchus (imagen) quien introdujo la práctica como Gaius Gracchuspolítica estatal.

En el año 123 a. de  C. Gracchus dictó la Lex frumentariae, que en un principio, obligaba al estado a vender grano a un precio subsidiado. Cualquiera podía acceder a las ayudas, sólo hacía falta formarse en la fila. Lo único que detenía a los más ricos era la vergüenza de ser vistos en dichas colas.

Con el tiempo, la medida se convirtió en un instrumento político con muchas variaciones. Algunos mandatarios, por ejemplo, repartieron el alimento gratuitamente para ganarse el apoyo del pueblo. Otros trataron de limitarlo, considerando el enorme estrés que el gasto producía en los presupuestos. ¿Te suena de algo?

Detener una avalancha

El problema es que cuando acostumbras a alguien a recibir una ayuda, luego es fácil quitársela. En el año 82 a. de C., Lucius Cornelius Sulla derogó la práctica. Sin embargo, la presión popular en forma de protestas callejeras, y un grupo de senadores temerosos de que el partido de los populistas adquiriese aún más poder, reinstauró las ayudas.

No sólo eso. En el 58 Publius Clodius Pulcher las convirtió en completamente gratuitas. El efecto inmediato es que muchos granjeros se mudaron a la ciudad para poder recibir el grano gratuitamente.

Cuando Julio César llegó al poder, se encontró con más de 300,000 recipientes. Durante su reinado, estableció los primeros parámetros para decidir quién merecía dichas ayudas. El límite fijado por el Dictator fue de 150,000.  el gasto en el estado del bienestar. Eso sí, a la muerte de Julio César, el número de beneficiarios se volvió a disparar por encima de los 300,000.

Esto en una ciudad de alrededor de un millón de habitantes, pues hay que aclarar que este primitivo estado de bienestar estaba limitado a la Ciudad Eterna.

¿Realmente un estado del bienestar?  

Es probable que me digas, repartir grano no equivale a un estado del bienestar tal y como lo entendemos ahora. Pero es que no te he contado todo. Empezó con grano, pero en algunos periodos del imperio la cosa fue a más.

Primero, en tiempos de César Augusto, el sistema se convirtió en una institución bien establecida, con sus propios poderes y administración, que lo protegerían de la inestabilidad política provocada por los constantes cambios de emperador.

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Más tarde, Marcus Ulpius Nerva Trajanus, nuestro muy español Trajano, incrementó el alcance del estado del bienestar con su Alimenta, que ayudaba a niños pobres y huérfanos con subsidios de alimentos, ropa y educación. En el siglo III; tanto Septimius Severus como Lucius Domitius Aurelianus añadieron carne de cerdo, aceite, vino y sal.

También en tiempos de Aureliano, el emperador formalizó una costumbre que ya le precedía. Convertir el grano en pan ya horneado, la llamada annona civica.   

No sólo de pan vive el hombre

Las dádiva del gobierno no se circunscribieron a la comida. Bien es sabido que en la Antigua Roma, las artes y los espectáculos estaban patrocinados por los políticos. Un profesor mío calculó que los gastos en el circo y en los juegos gladiatorios ascendía al equivalente a unos 100 millones de dólares anuales.
Los templos, los monumentos, todo estaba pagado por un estado que no distinguían entre religión y política. Y no olvidemos los sacrificios y las fiestas religiosas.

En otro artículo ya hablamos de las redes clientelares en Roma. Con este sistema, desde el emperador hasta las plebes, pasando por artesanos y comerciantes, se repartían dineros públicos entre los fieles. Básicamente, una manera de comprar votos no muy diferente a lo que sucede en algunos países de la actualidad. Aquellos que se beneficiaban, simplemente vivían del cuento de apoyar a su patrocinador.

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El pueblo encantado, con el buche relleno y entretenido. No en vano Juvenal pasó a la fama, entre otras cosas, por acuñar la frase panem et circenses, criticando a sus compatriotas por preocuparse exclusivamente de los placeres mundanos.

Y nuevamente, tampoco es que hayamos cambiado mucho. Todos los gobiernos del mundo saben que es una política eficaz mantener al pueblo satisfecho y entretenido, no vaya a ser que se pongan a pensar y se rebelen.

La Caída del Imperio Romano

Más de un historiador y economista ha sugerido que la caída del imperio se debió a los altos costes del estado del bienestar. El más conocido, probablemente es el economista español Jesús Huerta de Soto, quien sugiere que, poco a poco, más y más gente dependía de las ayudas del gobierno, y menos gente estaba dispuesta a producir y costear los programas con sus impuestos. Hasta que se acabó el dinero, y el poder.

Es verdad que mantener a los ejércitos era el principal gasto del estado romano, pero es posible que los gastos de las ayudas hayan tenido cierto efecto negativo en las cuentas. Y no olvidemos la corrupción, tan rampante en la Antigua Roma como en la actualidad.

A falta de dinero, igual que en la actualidad, para los emperadores todo fue tan fácil como imprimir más monedas, o quitarle parte del oro del que estaban hechas, con el consabido resultado de la inflación. Todo suma. En cualquier caso, ese sería el tema para otra entrada más especializada.

Y tú qué piensas. ¿Crees que los romanos ya tenían un estado del bienestar? ¿Crees que hemos cambiado mucho? Me lo cuentas en los comentarios, y no se te olvide compartir si te gustó este artículo. Mil gracias.

Vídeo del Profesor Jesús Huerta de Soto:

9 thoughts on “El Estado del Bienestar en Roma: Panem et circenses.

  1. Buen artículo, pero nefasta referencia a un tal Huerta de Soto en cuyo vídeo se limita a soltar anacronismos e incongruencias históricas. Por cierto, se olvida de hablar de la esclavitud, una de las bases de la economía romana.

    Un burn análisis crítico al respecto: https://www.youtube.com/watch?v=bCtScdY9iSo

    • Hola Wendy,
      muchas gracias por tu comentario. Respecto a Huerta de Soto es uno de los pocos economistas que entienden el daño que causa el estado del «bienestar» en nuestras sociedades. Entiendo que a algunos no les pueda gustar. Pero es verdad, no hace mención a la esclavitud, un importante factor de la economía.
      Un saludo cordial.

      • Un daño mortal, redistribuye rentas y ayuda a los más desfavorecidos, que calamidad! Es lo malo de los liberales, la economía es una ciencia social, que tenga números y formulas no significa que tenga verdades invariables. Lo que para ti es evidente, yo he oído a otros economistas de prestigio desmentir. Dejemos las conclusiones y vayamos a los datos, cada cual que piense lo que quiera. Basta de repetir el martes liberal a los cuatro vientos por favor.

        • Hola Jon,
          rara vez la redistribución de la riqueza ayuda a los desfavorecidos. Primero, porque ese dinero antes hubo que confiscárselo a alguien, por lo general a los que más producen y, segundo, porque las ayudas tienen un efecto perverso, y es que los que las reciben se acostumbran a ello, y dejan de esforzarse para ganarse ellos mismos el pan. en cualquier caso, si quieres datos fehacientes, no hace falta más que ver que los países más estatistas son, por lo general, los más pobres, y los más libres, los más ricos.
          Y sí, soy liberal, porque creo que la libertad es, junto con la vida, el mayor activo del ser humano. Soy consciente de que a muchos no les gusta la libertad, pues prefieren oprimir, y exprimir, al prójimo, para vivir del cuento. En fin, así es el mundo, y dudo mucho que cambie pronto. Hace fata mucha formación para entender los postulados liberales.
          Muchas gracias por tu comentario.
          Un saludo.

  2. Hola Jesús,
    puede que decir que la caída del imperio se debió solo a los altos costes del estado del bienestar es quedarse corto, al influir muchos otros factores como el abandono de Roma por el emperador, la elevada fiscalidad, los grandes propietarios senatoriales y las clases medias y bajas acogiéndose a la protección de un protector, colonos adscritos a las tierras, el despoblamiento de las ciudades en Occidente, bárbaros en el ejército romano, los hunos empujando a los godos que entran masivamente en las fronteras del Imperio, la división del imperio por Teodosio en el año 395, entre otros.
    En cuanto a la pregunta que formulas al final del artículo, poco hemos cambiado. Puede que tengamos conceptos distintos del estado de bienestar respecto a hace 2.000 años atrás, y tal como lo entendemos ahora será después de la Segunda Guerra Mundial y en los países desarrollados donde se generalize. Pero seguimos siendo «animales irracionales» y cuando nos ponen la zanahoria delante no vemos nada de lo que sucede a nuestro alrededor. No sé, es mi opinión.
    Abrazos y magnífico artículo. Merece la pena compartirlo y más en los tiempos en que vivimos.

    • Hola Francisco,
      mejor que tú yo no lo habría podido decir. Fueron muchos los factores que influyeron en la caída del imperio Romano, y la economía fue uno de ellos. Durante tantos siglos, las enormes dimensiones del estado lo hicieron cada día más difícil de gestionar. La corrupción, la ineptitud de algunos de sus gobernantes, y la creciente lista de enemigos que intentaban entrar en sus fronteras fue demasiado para el gobierno, y para el pueblo, más preocupado por la diversión que por la buena marcha del pueblo. En fín, como decía, es posible que trate ese tema con máss profundidad en otro artículo.
      Muchas gracias y un saludo!

  3. Buenos dias, al respecto y contestando a tu pregunta sobre las ayudas sociales en la actualidad, en mi país hace muchisimos años se instauro el programa Vaso de Leche con el proposito de ayudar a los niños pobres en etapa escolar y ahora se ha ampliado a otros sectores de la población para «ayudar» a salir de su situación de pobreza, el caso es que muchas personas, no todas, muchas en vez de entenderlo como ayuda lo toman como obligación del Estado para con ellos, y bueno entre el Estado y el pueblo y todo el proceso de ayuda como siempre aparecen los corruptos que se enriquecen con estos programas sociales, ya sea mediante sobornos y otras formas.
    Saludos

    • Estimado Carlos,
      no sé por qué este comentario me aparece ahora, pero a veces sucede…
      En la historia han existido muchos programas de asistencia social, y muchos de ellos en realidad ayudan a los ciudadanos, pero en otras ocasiones no son más que pretextos de los políticos para robar.
      Yo estoy de acuerdo en que se ayude a las personas, pero creo que hay mecanismos más eficientes y justos que los programas dirigidos por el estado. Si se lo dejamos a otras organizaciones, puede que nos ahorremos mucho en sobornos y corrupción. Pero puede que esté soñando despierto, y ya puedo esperar sentado… 😛
      Muchas gracias por tu valiosa aportación.
      Un cordial saludo.

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