Un niño negro en el seno de la Alemania nazi.

Puede que el título de la idea de una historia trágica, pero advierto desde esta primera línea que no es así. Triste, sin duda, y más cuando nos recuerda un periodo tan oscuro en el corto andar de la especie humana, pero al menos la biografía de este hombre tuvo un final que podríamos llamar feliz. Nacer y crecer como un niño negro en Alemania en los años 30 del siglo pasado, más que un problema era una extrañeza, y fue precisamente esa condición lo que probablemente salvó la vida a nuestro protagonista.

Hans-Jürgen Massaquoi de niño negro

Hans-Jürgen Massaquoi de niño.

Nacimiento Real

Bertha Beatz era una joven enfermera llegada a Hamburgo desde un pueblo cercano, donde su madre la había educado a ella y a sus nueve hermanos, después de quedar viuda muy joven. Sin conocer a nadie en la ciudad, encontró rápidamente empleo en un hospital público de otorrinolaringología, y era feliz. Más feliz fue cuando conoció a Al-Haj, hijo mayor del Cónsul General de LiberiaBertha, Hans-Jürgen y Momulu Massaquoi. Momulu Massaquoi, en 1920.

Al-Haj era un joven estudiante, apuesto y sofisticado, y el oscuro color de su piel no fue factor que impidiese que Bertha cayera en sus brazos. Al-Haj, sin embargo, estudiaba derecho en Dublín, y parece que la relación fue para él poco más que un entretenimiento temporal en sus visitas a Alemania.

A pesar de que Bertha habló con él de su posible matrimonio, él se excusaba diciendo que sus estudios no le daban el tiempo necesario para organizar la gran boda que correspondía a un miembro de su linaje. Antes de que la mentada ceremonia llegara, el 19 de enero de 1926 nació en Hamburgo el pequeño Hans-Jürgen Massaquoi, y ante la ausencia del padre, fue el abuelo Momulu, que en su país era parte de la familia real, quien invitó a Bertha y al pequeño a vivir en su mansión.

El niño negro

Los primeros tres años de Hans-Jürgen transcurrieron en un ambiente de afluencia y del mucho cariño que le prodigaba la amplia familia Massaquoi. En un entorno donde su madre era la única persona blanca, el niño apenas se dio cuenta de su condición de niño negro en un país europeo.

Conforme fue creciendo, sin embargo, notó que en las calles la gente reparaba mucho en él, especialmente mujeres que se le acercaban con extrañeza, pero siempre adulándolo con expresiones tales como ¡Wie niedlich! (¡Qué mono!) y le acariciaban la piel y el pelo. Hans Jürgen llegó a pensar que sus rasgos consistían en un activo.

La vida cómoda y consentida en la Mansión Massaquoi terminó cuando Momulu tuvo que volver a Liberia por cuestiones políticas. El abuelo, encariñado tanto con el nieto como con Bertha, invitó a esta a trasladarse con ellos a África, pero los médicos de Hans-Jürgen le recomendaron no llevarlo a un país lleno de enfermedades tropicales, y amablemente rechazó la invitación.

Vida normal, con matices

Encontraron un pequeño cuarto en el ático de un edificio, sin electricidad ni agua caliente, y Bertha comenzó a trabajar en otro hospital, mientras una vecina jubilada en el piso inferior se hacía cargo del pequeño. Tante Möller (la Tía Möller) solía pasear con el niño por la ciudad, y fue con ella que HJ descubrió el mundo, y se dio cuenta de que, siendo un niño negro, era diferente a los demás, y que seguía siendo el foco de atención de los transeúntes, aunque los halagos eran más escasos.

Hitler aún no llegaba al poder y la cuestión racial no se había hecho un hueco en la psiqué alemana, pero el niño seguía siendo un personaje exótico. Fue en 1932, en su primer día en la escuela, cuando HJ entendió que sus facciones le podrían causar problema. Durante el recreo, un grupo de niños comenzó a burlarse de él cantándole el estribillo de una antigua canción: “Neger, Neger, Shornsteinfeger” (negro, negro, deshollinador).

En un momento dado, uno de los niños se acercó a él y le acarició preguntándole, ¿por qué a los negros les crece lana de oveja en lugar de pelo?, a lo cual HJ respondió con una buena patada en la espinilla del ofensor. Su profesora se dio cuenta del barullo y rompió la melé, riñendo a los que se burlaban y prohibiéndoles que volvieran a meterse con HJ por su color. En todo caso, ver la reacción del pequeño fue suficiente para que el resto de niños entendiese las ci¡onsecuencias, y no volvió a ocurrir.

Escena de la Película, Neger, Neger Schornsteinfeger.

Escena de la Película, Neger, Neger Schornsteinfeger.

Niño negro entre nazis

Hans-Jürgen tuvo una infancia normal, dentro de lo que cabe. Sus amigos, blancos, no le daban mucha importancia a la diferencia de color. Pero la llegada de los nazis al poder en 1933 cambiaría todo en Alemania, y HJ se daría cuenta poco a poco de que aquel suceso tendría consecuencias para él. En un principio, hasta el pequeño afro-germano se vio impresionado por los nazis, y en especial por sus elegantes uniformes, su marcialidad y los grandes desfiles que organizaban constantemente en las calles de Hamburgo.

Para los niños era poco más que un juego, y hasta HJ pidió a su Tía Möller que le cosiera una svástica en el chaleco (en la foto de niño arriba se nota el detalle). No obstante, pronto abriría los ojos a la realidad, cuando a la edad de 10 años, y al igual que el resto de sus amigos, Hans-Jürgen quiso entrar en las Jungvolk, la rama infantil de las Juventudes Hitlerianas que, claro está, no lo aceptaron por ser un niño negro.

Dos años después, sus sueños de convertirse en ingeniero se vieron truncados cuando el director del colegio falseó su informe escolar, que por lo general era bastante bueno, para que no pudiera entrar en el Gymnasium, la escuela secundaria que en aquel entonces era el único camino a la universidad. Simplemente el director nazi no quería un niño negro ingeniero. Hans-Jürgen pudo encontrar una posición de prácticas en el taller metalúrgico de un vecino, y permanecería ahí varios años. 

Nazis

El ambiente en las calles fue cambiando conforme los nazis estrangularon las libertades de los alemanes. Hans-Jürgen seguía recibiendo miradas furtivas, pero ya no con dulzura o curiosidad, sino con desdén. Para entonces ya se había dado cuenta de que Hitler y sus cómplices significaban una amenaza a su condición, y que tendría que irse con pies de plomo.

Los negros eran tan pocos que apenas recibieron la atención de los nazis, y no fueron un objetivo declarado de sus odios, pero tampoco los celebraban. En una ocasión, después de un rally masivo, un miembro de las SA (organización política-paramilitar de Hitler, lo encontró fuera de un bar en el que los camisas marrones celebraban su éxito, y lo arrastró hacia adentro por la fuerza. Tuvo la suerte de que una vecina se dio cuenta y corrió a avisarle a Bertha, que entro “como una tigresa” a enfrentarse al grandullón para que soltara a su hijo. Fue un aviso, pero se quedó en eso.

Lo curioso es que, en parte, ser Mischling, de razas mezcladas, fue una bendición para el joven Massaquoi, pues el ejército no sólo no lo reclutó, sino que rechazó su entrada aún cuando él mismo quiso unirse para luchar y morir por la patria.

La Guerra

Las tropas alemanas invadieron Polonia en 1939, conquistándola en 28 días. Un año después caían Dinamarca, Noruega y Francia, y la popularidad de Hitler se disparaba. Eran los años felices, y la vida de Hans-Jürgen y su madre apenas se vio afectada, al menos hasta que Berta fue despedida del hospital por no afiliarse al sindicato nacional-socialista. A partir de ahí, la escasez sería la marca de la casa Massaquoi.

La guerra avanzó y las cosas se torcieron para los nazis. En 1943 el conflicto llegó a Hamburgo a través de un bombardeo masivo iniciado el 24 de julio. Hans-Jürgen y su madre sobrevivieron a los primeros días refugiándose en el sótano del edificio, pero en el sexto día del ataque este fue golpeado por las bombas y quedó en ruinas. Durante los dos años siguientes y hasta el final de la Massaquoi y libroguerra, vivieron en las ruinas del sótano en constante peligro y buscándose la vida lo mejor que podían. Pero sobrevivieron.

Postguerra


Hans-Jürgen comenzó a ganarse la vida tocando el clarinete en los bares que pronto abrieron para los soldados ingleses y Bertha volvió a trabajar en un hospital. En 1948, ya con 22 años, HJ viajó por primera vez a Liberia para encontrarse con su padre y su abuelo, que había caído en desgracia. Aún así, consiguieron al joven un visado para estudiar un año en los Estados Unidos, periodo que se extendió gracias al empeño y los buenos resultados que obtuvo.

Por una equivocación, Hans-Jürgen recibió una orden de reclutamiento y terminó luchando en Corea, pero volvió para terminar sus estudios de periodismo. Finalmente, ya naturalizado norteamericano, el niño negro encontró trabajo como columnista de la revista JET, enfocada a los negros de Estados Unidos y se unió al movimiento por los derechos civiles del Dr. Martin Luther King. Se casó y tuvo dos hijos, Steve y Hans-Jürgen, y llegó a ser Editor en Jefe de la revista Ebony, al igual centrada en los afroamericanos.

Vuelta a casa

Volvió a Alemania en numerosas ocasiones, el país que él siguió llamando su patria. Publicó sus memorias en 1999 bajo el título de Destinado a Ser Testigo, historia que sería llevada a la pantalla en Alemania en el año 2006. Hans-Jürgen Massaquoi falleció el 19 de enero del 2013, el día en que cumplía 87 años.

P.D. Me he dejado mucho en el tintero sobre la vida de Massaquoi, pero comprenderéis que en el formato blog este texto ya es lo suficientemente largo. En todo caso, he encontrado una versión de su libro en PDF, pero en inglés, y la película de su vida, en alemán, y en dos partes. Os dejo aquí los enlaces.

http://www.pdfarchive.info/pdf/M/Ma/Massaquoi_Hans-Jurgen_-_Destined_to_witness_Growing_up_black_in_Nazi_Germany.pdf

 

10 thoughts on “Un niño negro en el seno de la Alemania nazi.

  1. He descubierto tu blog hace poco y me encantan tus posts y la forma en que los escribes!! 🙂

    • Hola NDelgado, bienvenido a esta tu casa, espero encuentres muchos artículos que sean de tu interés. Muchas gracias por tu amable comentario y un cordial saludo.

  2. Gracias, Jesús, por traernos esta historia. Son tantas las cosas que nuestra generación (die Kriegskinder!) tiene la necesidad de conocer, de recuperar de la memoria colectiva, puesto que en nuestra adolescencia, cuando mostrábamos interés por la historia y quisimos saber, nadie nos respondió, ni en casa ni en la escuela. El tema era absolutamente tabú. Nadie quería recordar las atrocidades de la guerra, ni los que los hicieron ni los que los sufrieron. De hecho tuvieron que pasar 50 años hasta que los medios alemanes empezaron a «informar» con documentales, películas, literatura….. Nuestra generación, que nació durante la guerra y se crio entre ruinas sigue estando hambrienta de conocer todo sobre lo que pasó, por muy doloroso que sea. Al mismo tiempo que nos horroriza viendo crecer la fuerza de elementos de extrema derecha.
    Las dos partes de la película sobre la vida de Massaquoi ya me las he bajado y guardado para ver con mas tiempo.

    • Lieber Anita,
      Pensé en tí cuando escribí esta entrada, y como siempre lo hago cuando publico algo sobre la Alemania de aquellos días. Entiendo la situación que experimentaste en los años de la posguerra, pues las madres de algunos de mis amigos me contaban cosas similares. Sinceramente, tampoco culpo a esa generación de intentar olvidar los terribles días de la guerra, pero también comprendo que es historia, y que debe ser contada. He sido testigo del cambo en Alemania, y aunque sigue causando dolor, mucha gente habla ahora sin rencor. Y ya que estamos, estoy preparando un artículo sobre las Trümmerfrauen, y no sé por qué sospecho que tú tendrás algo que contar. Si no tienes inconveniente, te puedo llamar un día por teléfono o por Skype, o si lo prefieres y me quieres escribir tus memorias sobre estas grandes mujeres, te lo agradecería mucho.
      Vielen Dank und gute nacht!

      • Encantada de hablar contigo. Cuando quieras. Aunque en este tema no te podré ayudar, ya que mi madre tuvo que apañarse de buscar algo para meterse en la boca, caminando largas distancias para llegar a los payeses, y como ella muchas otras mujeres. Lo llamaban «hamstern gehen», así que ella no fue una Trümmerfrau. Conozco el tema solo de oídas. Pero repito, llama cuando quieras. Tengo Skype y Hangout.

        • Lieber Anita,
          Te escribiré por el face para ponernos de acuerdo. Me encanta la dea de conocer las experiencias de tu Madre y del «Hamster gehen», suena muy inetersante.
          Muchas gracias y un besín.

  3. Me quito el sombrero Jesús!!

    Me ha encantado esta historia!! Gracias por la sopresa. Has llamado toda mi atención, en cuanto pueda veré la película que seguramente vale la pena.

    Estas historias deberían ser conocidas por todos. Gracias por compartir.

    Saludos

    • Hola Sandy!
      Es en verdad una historia interesante y apasionante. El chaval sobrevivió en un ambiente hostil, aunque pudo ser peor, ytuvo una larga y provechosa vida. Un ejemplo para los que constantemente se quejan en occidente de lo duro que es la vida, no crees? Espero disfrutes la película.

      Mil gracias y un besín.

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