Vanidad y arrojo en uno: George Armstrong Custer.

Una fuerza de la naturaleza. Apuesto, arrogante, ambicioso, valiente y vanidoso son sólo algunos de los muchos adjetivos que pueden adjudicarse a George Armstrong Custer. Este célebre militar estadounidense hizo muchos méritos para alcanzar la fama, a la escala de mito cultural. Su valor en el campo de batalla le ganó honores y promociones, mucho antes de perder la vida en la Batalla de Little Bighorn.

El imaginario popular lo tiene como héroe, aunque en las últimas décadas el revisionismo le ha bajado algún escalón del pedestal. Pero no cabe duda que sus acciones como soldado y su especial manera de ir por la vida le ganaron un lugar en los libros de historia.

En sólo 37 años llegó más lejos que muchos en toda una existencia, y quién sabe hasta dónde hubiese llegado si no hubiese sido por su gran error en la lucha contra los indios. Aquel evento, que sacudió a toda una nación, opacó todo lo que había logrado hasta entonces. En cualquier caso, murió, literalmente, con las botas puestas.

Hoy publico esta entrada dedicada a su vida, hasta antes su “Última Resistencia” en Little Bighorn. En la próxima analizaremos aquella fatídica batalla.

General George Armstrong Custer

General George Armstrong Custer.

El niño pobre con grandes ambiciones

El niño George fue el primogénito de Emanuel Henry Custer y Mary Ward Kirkpatrick. Vino al mundo el 5 de diciembre de 1839 en New Rumley, Ohio, y tuvo cuatro hermanos menores, Thomas, Boston, Margaret y Nevin, además de tres medios hermanos por parte de padre.

Emanuel era un granjero que en ocasiones hacía trabajos de herrería para suplementar sus pobres ingresos, pero Cadete George Armstrong Custersabía el valor de una educación. Por ello, envió a George a vivir con una de sus medias hermanas en Monroe, Michigan. Ahí, el pequeño Custer estudió la escuela primaria. Más tarde, en Hopedale, Ohio, la secundaria en el Hopedale Normal College.

A los 17 años, y antes de entrar en la academia militar, Custer dio clases en una escuela rural en Cadiz, Ohio. Finalmente, el 1 de julio de 1857, George fue aceptado en West Point, la Academia Militar del Ejército.  

George Armstrong Custer nunca fue un buen estudiante, pero desde muy temprana edad mostró cualidades de líder, una cualidad muy valorada en el ejército. Su espíritu rebelde le causó muchos problemas en West Point, donde estuvo varias veces a punto de ser expulsado, y amasó una cadena de 726 amonestaciones, uno de los peores registros en la academia.

Guerra Civil

Pero a George le sonrió la fortuna cuando el 12 de abril de 1861 estalló la Guerra Civil. Ante la necesidad de oficiales por la expansión de las fuerzas armadas, Custer recibió el rango de Subteniente de Caballería, a pesar de haberse graduado último de su clase.

El destino nuevamente intervino durante la primera gran batalla de la guerra, en Bull Run, unos 40 kilómetros al sur de Washington. El General Winfield Scott, entonces el comandante de más alto rango, utilizó a Custer como correo con otros generales. Aunque el bando de la Unión perdió la batalla, Custer llegó a ser conocido por varios de los comandantes, quienes vieron en él un oficial valiente y decisivo.

Durante los próximos dos años Custer participó en una docena de batallas, demostrando en cada ocasión su arrojo.  Fue acumulando ascensos hasta que en junio de 1863 adquirió el rango de general de Brigada. A los 23 años, era el general más joven del Ejército de los Estados Unidos.

Gettysburg

Sin duda una de las batallas más importantes de la Guerra Civil, Gettysburg pudo ser una victoria para cualquiera de los bandos. No obstante, los Confederados no contaban con George Armstrong Custer en sus filas.

El General rebelde Robert E. Lee, con su Ejército de Virginia del Norte, planeaba derrotar al General George Meade a las afueras de un pequeño pueblo en Pennsylvania: Gettysburg. El 1 de julio de 1863, las fuerzas del General Lee tomaron dos puentes de manos de los unionistas, y preparó sus 75,000 hombres para la batalla al día siguiente.

La estrategia de Lee pasaba por golpear ambos francos del enemigo. Por el oeste, envió una fuerza a cargo del general Longstreet, y por el sureste y el noreste, otra bajo el mando del General Stuart. La misión de Stuart era romper el flanco casi al mismo tiempo que la planeada carga por el centro.

Let's go Wolverines!

Let’s go Wolverines!

No obstante, justo a la intersección de los dos caminos que pensaba recorrer Stuart con sus 6,000 hombres, llegó el General Custer con 2,700 miembros de la caballería. Sin amilanarse, Custer envió patrullas para confirmar las posiciones enemigas. Se registraron varias escaramuzas, pero estando en inferioridad numérica, Custer prefirió esperar el ataque principal.

¡Vamos lobeznos!

Este llegó a las 12:00. Stuart dio la orden de avance con el apoyo de su artillería, pero las líneas unionistas resistieron. A las 13:00 horas hubo otro intento, con el mismo resultado. Ambas fuerzas perdieron muchos hombres, y ambas tuvieron que recibir suministros de munición durante las varias pausas del combate.

A las 15:00, Stuart se dio cuenta de que le quedaba poco tiempo si quería romper el flanco para unirse al ataque principal. Con el resto de sus hombres formados en una larga línea, atacó frontalmente. En un principio Custer decidió retirarse unos cientos de metros, pero a los pocos minutos, sorprendió al enemigo con un contraataque con 400 jinetes de la Primera Caballería de Michigan.

Al grito de ¡Vamos Lobeznos! (Wolverines, como se conoce a los habitantes de Michigan), y quitándose el sombrero para dejar ver su larga y rubia cabellera, Custer lideró a sus hombres. El enemigo, sorprendido por la audacia de Custer, no se retiró, pero sí frenó el avance.

Las fuerzas de stuart no lograron unirse al ataque principal, la famosa Carga de Pickett, y el Ejército Confederado fue arrasado. Fue la batalla más sangrienta en la historia de los Estados Unidos, con más de 50,000 bajas. Varios generales reconocieron que las acciones de Custer habían tenido mucho que ver con la victoria.

Fama de famosillo: George Armstrong Custer

Custer ya era conocido por ser el general más joven, pero su arrojo en Gettysburg lo convirtió en material de leyenda. A la prensa no le costó mucho trabajo, pues al joven soldado le encantaba eso que ahora llamamos la “auto`promoción”.

Hay docenas de fotografías de Custer, a quien le gustaba posar. Cuidaba en extremo su imagen, pero no para aparecer guapo, sino para llamar la atención todo lo posible. Custer lucía una larga y rizada cabellera rubia, que cuidaba como cualquier artista actual. Tardaba horas en arreglarse antes de cada aparición pública, y cuando llegaba, hacía gestos y ruidos para que todo mundo se enterara de su presencia.

Custer

Como General de Brigada, Custer podía elegir uniforme, y lo hizo. Su favorito era uno de terciopelo negro, con botones y galones de oro y plata. Llevaba siempre un pañuelo rojo atado al cuello, prenda que copiaban todos sus subordinados.

Custer era una personalidad mediática adelantada a su tiempo. Antes incluso que los políticos, supo utilizar los medios para promocionarse. A menudo invitaba a periodistas a sus campañas, y él mismo escribía artículos para revistas y periódicos, en los que, claro está, ensalzaba sus hazañas.

No por nada su fama se extendió por todo el país, y duró mucho más allá de su trágica muerte.

Detrás de un gran hombre…

En noviembre de 1862, durante un permiso, Custer fue presentado a la joven Elizabeth Clift Bacon, hija de un juez de Monroe, y a quien ya había conocido en la infancia. Custer quedó pronto prendado de ella, pero no causó una buena primera impresión.

Sin embargo, y con la audacia que le caracterizaba, insistió hasta que Elizabeth aceptó sus avances. Pero el juez George y Libby Custerbacon no quería que su hija se casara con el hijo de un granjero, y  no aceptó el matrimonio hasta que Custer fue ascendido a general.

Bajo cualquier medida, los Custer fueron una pareja muy enamorada. Ella lo acompañó en prácticamente todas sus campañas, y no sólo como consorte, sino como su principal consejera. En más de una ocasión su amor por Elizabeth le jugó una mala pasada.

En 1868, durante las Guerras Indias, Custer abandonó a sus tropas y con un reducido número de oficiales cabalgó durante dos días para volver al fuerte y pasar unas horas con su esposa.  Custer fue entonces degradado y suspendido sin paga durante casi un año, hasta que el General Sheridan intercedió por él y pudo volver.

Final de la Guerra Civil

La fama de Custer no era gratuita, sino merecida. Su arrojo en el campo de batalla y sus múltiples victorias le ganaron seguidores no sólo entre la población. También los generales se alegraban de tenerlo a su lado.

Ya fuese coincidencia o no, Custer se las arreglaba para estar siempre en el meollo del conflicto, y participó en muchas de las batallas más importantes de la Guerra Civil. También estaba en la última, en Appomattox, la última batalla de la guerra, donde por supuesto se distinguió.

Como premio, el General Sheridan lo invitó a la firma de la rendición, y le regaló la mesa donde se había firmado el documento.

Sin embargo, oficialmente, Custer era un general del cuerpo de voluntarios, y al final de la guerra, perdió su rango y posición. Cuando volvió a entrar en el Ejército, lo hizo como Teniente Coronel.

Más que perder su rango, a Custer le costó encajar en un mundo sin guerra. Por ello, aceptó con gusto el mando de la 2ª División de Caballería del Suroeste, y marchó con ella hacia Texas, como parte de la fuerza de ocupación.

Pero el General Custer se aburría, y en 1866 se licenció del ejército y marchó a Nueva York para intentar fortuna en los negocios. Su posterior fracaso y el advenimiento de un nuevo conflicto le devolvió el uniforme. Custer ya no pelearía contra los rebeldes, sino contra los indios.

Continuará…

4 thoughts on “Vanidad y arrojo en uno: George Armstrong Custer.

  1. Siempre me ha llamado la atención la figura de Custer. La duda que me queda es: habríamos siquiera oído hablar de el si no hubiera sido por su derrota y muerte en Little Big Horn?
    Gracias por tus artículos. Son todos realmente interesantes.

    • Hola Carlos, al menos en Estados Unidos, el General Custer era ya un hombre muy famoso antes de la Batalla de Little Bighorn. Sin duda su fama se acrecentó, pero sospecho que su nombre sí hubiese llegado hasta nosotros aún sin su trágica muerte. En cualquier caso, seguramente hubiese hecho más cosas, incluso llegar a Presidente, no crees? 😉
      Muchas gracias por tan interesante pregunta. Un cordial saludo.

  2. Hola Jesús. Tu artículo lo deja bien claro. George Armstrong Custer no encajaba en un mundo en paz. Necesitaba la guerra como el comer y volver a demostrar lo que ya demostrara en Gettysburg y en otras muchas batallas durante la Guerra de Secesión.

    Las guerras indias, libradas durante más de dos décadas, le brindaron esa oportunidad, pero ahí le traicionó su carácter arrojado y yo diría que temerario. Ya hablaremos de ello en la segunda parte, con Marcus Reno, Frederik Benteen, Caballo Loco y demás protagonistas.

    • Hola Ernst,
      Custer no sólo necesitaba la guerra para vivir, al igual que otros célebres personajes de la historia, le encantaba que su nombre apareciera en los periódicos. La eternidad era su objetivo vital, los libros de historia su epitafio, aunque el precio fuera la vida misma. Como decía a otro comentarista, los logros de Custer apenas y sobresalen entre los miles de hombres de su época, pero él mismo se encargó de que el apellido Custer fuese bordado en letras de oro. Ya he publicado la segunda parte, y esta semana vendrá la tercera y última, su gran error en Little Bighorn.
      Muchas gracias como siempre por tu valiosa aportación.
      Un abrazo.

Comments are closed.